EL MURO DE LOS TORMENTOS

Hay un clamor, en sectores muy puntuales de nuestra comunidad nacional, de pedirle al señor presidente don Carlos Alvarado Quesada su renuncia a la presidencia de la República. Palabras más, palabras menos. ¿Qué sucedería si, en un hipotético caso, don Carlos decide renunciar? Para solventar dudas, y si hay error agradecería a cualquier abogado constitucionalista me corrija, debemos de consultar nuestra Ley Magna, o sea, nuestra Constitución Política para aclararlas. En el Capítulo II Atribuciones de la Asamblea Legislativa, artículo 121 Constitucional inciso 8 se lee: "Recibir el juramento de ley y conocer de las renuncias de los miembros de los Supremos Poderes, con excepción de los Ministros de Gobierno; resolver las dudas que ocurran en el caso de incapacidad física o mental de quien ejerza la Presidencia de la República, y declarar si debe llamarse al ejercicio del Poder a quien deba sustituirlo." Antes de entrar en detalle, aclaremos que las renuncias de

Conozco un lugar tapizado de venenos donde los ríos matan y la tierra llora. Conozco un lugar huérfano de patria. Un lugar que muchos lo roban y demasiados lo callan. Un lugar tan rico como insultante su pobreza. Un lugar  símbolo de soberbias, mezquindades, traiciones y abandono por el que nadie acepta culpas. Conozco un lugar donde el oro pudrió conciencias, los hombres germinaron el hambre y a la ley la parió la codicia. Donde las voces de los hipócritas disimulan sus diatribas y penitencias. Con sus heridas abiertas vomitando vanidades y tristezas. Donde el extranjero es señor, y la soberanía ultrajada una intrusa. Un lugar llamado Crucitas que se ahoga resplandeciente entre alaridos de vergüenza, bajo el sol tropical de mi Patria. ¡Crucitas...nuestra nacional vergüenza!