VERACIDAD O SESGO: UNA DICOTOMIA HISTORICA

La prensa debe de ser absolutamente libre e independiente. Este es un requisito sine qua non para la salud de una democracia y la solidez de la institucionalidad de una República; y es un derecho humano fundamental claramente estipulado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (artículo 19). Y, además, está protegido por diversos instrumentos jurídicos internacionales, en los cuales es reconocido el concepto de que la libertad de expresión es un derecho fundamental, tales como la Declaración Americana sobre los Derechos y Deberes del Hombre y la Convención Americana sobre Derechos Humanos, así como en diversas resoluciones de la ONU y, por supuesto, en nuestra Constitución Política en su artículo 29 Constitucional.

Lo anterior es incuestionable, a pesar - claro está - de que en algunos lugares y países del mundo, ello no se cumpla. Pero, ese NO es el caso de Costa Rica. Nuestro país cumple a cabalidad con todos esos instrumentos jurídicos, tanto nacionales como internacionales, que protege la libertad e independencia de la prensa, sea ésta escrita, audio visual o de cualquier índole o naturaleza.
Es también importante resaltar que todo derecho conlleva una responsabilidad, siendo ambas responsabilidad del Estado el garantizarlos. En la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre de 1948 se indica que "El cumplimiento del deber de cada uno es exigencia del derecho de todos". Y Costa Rica es, así mismo, firmante de dicha declaración que da origen a la Organización de los Estados Americanos (OEA).
Toda esta introducción tiene como fin el terminar con el argumento falaz de que nuestra libertad de prensa está en peligro. Como dicho en anteriores oportunidades, en Costa Rica a ningún medio noticioso - sea escrito, radial, televisivo o en redes sociales - se le ha coartado ni su libertad ni su independencia. De hecho, a ninguno de ellos - desde 1948 - se le ha aplicado el más lacerante de las agresiones a la independencia y libertad de prensa: LA CENSURA PREVIA. Ni siquiera después de la victoria de don Pepe en la Revolución del 48 hubo censura, y especialmente, contra un periódico como La Nación que era, en esos días, su acérrimo opositor: simplemente le pusieron competencia con el periódico La República. Hago un paréntesis: si tienen oportunidad, lean la entrevista que le hicieron a don Alberto Cañas Escalante (qdDg) en mayo del 2010 publicada en la Revista de Historia No. 86 de la UNA el pasado diciembre 2022. Es todo un monumento a la historia de la prensa en Costa Rica desde 1948. Simplemente genial, edificante y educativa y, por supuesto, al más genuino estilo de don Alberto.
Ahora bien, si hay algo en esa entrevista a don Alberto Cañas es la sinceridad - y hasta jocosidad - con la que nos dice lo veraz que debe de ser la información que la prensa le debe hace llegar al público. Lo veraz y objetiva. Y eso era Y DEBE DE SER el norte que guíe nuestra prensa: no la imparcialidad que, como bien me han hecho ver varios contertulios que han comentado mi artículo de ayer, no existe o, simplemente, que es una utopía. Esa llamada de atención me hizo reflexionar profundamente sobre lo que hoy acontece en nuestra Costa Rica por el enfrentamiento entre un sector de la prensa nacional y el ejecutivo, y esa es la razón de este artículo.
La prensa, repito y como nos enseña el maestro de maestros don Alberto Cañas Escalante, debe de ser OBJETIVA y VERAZ. Y esto es posible, pero así mismo difícil de lograr. Las cosas buenas siempre son costosas de lograr. Y es acá donde la chancha torció el rabo, y lo hizo a doble torque. Un sector muy poderoso de la prensa nacional NO es ni veraz ni objetiva. Es parte profundamente identificada con la protección de los intereses de su grupo y sus negocios. Lo es y lo ha sido desde el mismo nacimiento de la II República. Esta es la primera torcida del rabo de la chancha. Y el segundo lo es la reacción - censurable a mi parecer - del ejecutivo ante el modus operandi de un sector de la prensa que le es claramente adversa. Don Pepe, y el PLN en general, odiaban a La Nacion pero nunca, jamás, ni la cerraron, ni la coartaron, ni le quitaron independencia y JAMAS la censuraron. Simplemente le pusieron competencia, tal y como indicado anteriormente y como nos lo recuerda el testimonio de don Alberto, con la fundación del periódico La Republica. Claro está que me refiero al PLN histórico, no al actual.
Esta confrontación entre el ejecutivo y un sector poderoso de la prensa (aclaremos que la confrontación NO es contra toda la prensa nacional) no es sana para nuestra democracia. Y si por ventura la consideráramos sana, sería para hacer conciencia en el ciudadano de que este país ha sido - y quieren que así siga - manipulado. Ya eso sería una ganancia sideral. El problema es hacer conciencia ciudadana de este hecho sin llegar a la agresión a la libertad e independencia de la prensa nacional, la cual y por el momento, no ha llegado a niveles que NO puedan ser manejables. No puedo estar de acuerdo - y nadie me puede probar lo contrario - con el desafortunado uso de la palabra "sicario", por ejemplo. Tal vez hubiese sido mejor decir que en la prensa nacional (y en las redes sociales) hay sectores que con su proceder demuestran ser "mercenarios" sin conciencia de la pluma o del micrófono.
Al final de cuentas, hay modos de enfrentar a ese "enemigo" sin que por ello sea mancillado el derecho a la independencia y libertad de prensa ni la honra de los periodistas. Creo que, en este último punto, se debe de dar por parte del ejecutivo una reflexión profunda y dar un golpe de timón que le evite ir hacia los riscos de una playa que le es vedado conquistar. La prensa seguirá siendo libre e independiente a pesar de lo condenable y hasta "mercenaria" que pueda ser. Esa es nuestra naturaleza, nuestra idiosincrasia: buscar soluciones sin que la sangre llegue al río. Y si alguien se siente agredido por la forma que la prensa lo ataca, pues ahí están los tribunales de justicia para elucidar el conflicto. El caso de don Daniel Oduber versus La Nacion de 1987 es una pieza de jurisprudencia valiosísima.
La historia, nuestra historia, demuestra que en los momentos más álgidos de nuestro derrotero político posterior a 1948, pudimos encontrar la forma de lidiar con esta dicotomía. Y con ello concentrarnos en desarrollar nuestra Patria. A como están las cosas acá en nuestro terruño y a nivel global, considero que esto es, DEFINITIVAMENTE, lo prioritario y TODOS los sectores sociales y, consecuentemente, políticos de nuestro país debemos de concentrarnos en ello.
¿Sigo siendo soñador? Sí, lo soy, pero con los pies en la tierra pues estoy convencido de que ello es posible.





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