¿CERRO DON JOSE MARIA FIGUERES EL FERROCARRIL?
Cada
vez que el nombre de don José María Figueres es considerado como
posible candidato a la presidencia de la República, salen a relucir
varios temas que, por lo general, tratan de cuestionar o condenar su
pasada administración 1994-1998. Como en toda administración, hubo
errores como también aciertos, pero uno de los temas con el cual se
condena y recuerda de forma negativa esa administración (entre otras) es
el cierre del servicio de ferrocarriles de Costa Rica, o sea FECOSA
(Ferrocarriles de Costa Rica S.A.). Hoy voy a referirme, como testigo y
actor directo y como usuario de ese servicio por cuestiones laborales, a
lo que realmente sucedió desde mi perspectiva personal.
El
servicio de ferrocarriles de Costa Rica (tanto al Pacifico como al
Atlántico) en 1995 estaba excesivamente deteriorado y producía pérdidas
enormes al Estado. Estaba, por decirlo de alguna forma, en coma profundo
y en vida asistida por tubos. En ese entonces, 1995, yo trabajaba con
la empresa INTRAMAR S.A. y atendía todos los aspectos operativos y
comerciales de las diferentes navieras que representábamos en Costa
Rica; y también era miembro de la Asociación Nacional de Agentes
Navieros y Navieras NAVE (era vocal de su Junta Directiva). Yo estaba
involucrado en la industria naviera desde 1977, o sea, ya tenía casi 18
años de estar en el negocio, por lo tanto puedo dar un testimonio de
primera mano sobre lo que realmente pasó.
Con
el advenimiento y consolidación del servicio marítimo roll on - roll
off en la ruta de Miami/Puerto Limón (CCT, PanAtlantic, Seaboard y posteriormente
King Ocean) y los buques contenedorizados operando en nuestro tráfico
europeo, tanto en importaciones como en exportaciones, a mediados de los
80s (Hapag Lloyd, CGM, US President Lines, Sea Land, Nedlloyd Lines,
Horn Linie y otras), se suscitó en Costa Rica todo un cambio de concebir y
realizar nuestras actividades logísticas relacionadas con el comercio
internacional, principalmente aquel que fluía vía marítima y, en
particular, el manejo de las exportaciones cafetaleras. Originalmente,
´stas se manejaban vía ferrocarril (el precio
internacional se cotizaba "on rail"), pero con la introducción de los
contenedores y a los nuevos requerimientos de las empresas de seguros internacionales, los
países que compraban nuestro grano de oro practicamente cambiaron
en su totalidad el manejo de sus compras del ferrocarril a los contenedores, o sea, a los camiones o,
como los conocemos, a los "trailers". Lo anterior llevó a que el precio de nuestro café de exportación no fuese cotizado
"on rail" sino en base a las negociaciones que se regían por diferentes
reglas especificadas en los INCOTERMS.
Desde todo punto de vista era no
solo lo más lógico, sino lo más cómodo tanto desde el esquema de costos
de las navieras como del proceso operativo y logístico, pues con los contenedores manipulados en
"TRAILERS" ya no era necesario que los cafetaleros trajesen su producto
para ser cargados en las facilidades y bodegas hasta donde "llegaban"
las "uñas" del ferrocarril, sino que ya podían cargar directamente en
sus beneficios en Cartago, Heredia, Los Santos, Alajuela, San Ramón,
etc. El servicio de ferrocarril (al menos en el segmento de
carga/empresarial y no de pasajeros, que en todo caso, este último
estaba ya prácticamente fenecido) perdió todo sentido práctico.
No
hubo capacidad de reacción (inversión estatal) para optimizar las
capacidades del servicio de ferrocarriles a las nuevas exigencias
logísticas que invadieron al país: 1- los patios del ferrocarril tanto
en San José como en los puertos eran demasiado pequeños e incómodos para
acomodar y manipular los volúmenes involucrados de importación y
exportación, además de que el manipuleo de las cargas era de hasta tres y
cuatro veces más lento y oneroso comparado con la operación directa
desde los buques a los trailers, que no solo ahorraban tiempo, sino dinero
tanto a los importadores como a los exportadores costarricenses; 2-
Exacerbante escasez de equipo ferroviario plano (plataformas) para manipular y
transportar los contenedores desde San José a los puertos y viceversa,
3- Itinerarios rígidos que atrasaban las entregas de cargas tanto de
importación como exportación, provocando presas enormes de carga en los
patios así como interminables congestionamientos portuarios en Puerto
Limón y Puntarenas; 4- Los buques roll on - roll off trabajaban con
equipos rodantes (furgones) que eran embarcados o des-embarcados con
cabezal/chasis/trailerr vía rampas; y los buques porta-contenedores
trabajaban con grúa de tierra o propia directamente de buque a
cabezal/chasis/plataforma y viceversa, lo que agilizaba y optimizaba todo el proceso operativo, minimizando la estadía de los
buques en puerto y agilizando exponencialmente tanto el desembarque como
el embarque de nuestro comercio internacional; 5- Cuando habían huelgas
en los puertos, los sindicatos del INCOFER SIEMPRE se alineaban con los
sindicatos de JAPDEVA o el INCOOP y paralizaban completamente los
puertos, el tráfico de mercaderías y, en consecuencia, el comercio
internacional del país. Etcétera.
Todas
estas circunstancias, así como la decisión de los consorcios navieros
(principalmente el consorcio europeo WITASS) de utilizar en forma
general el contenedor y, por lo tanto, los camiones (cabezales más
chasis o plataformas), el cambio de sistema operacional de las navieras
que atendían el tráfico desde/hacia Miami hacia el roll on - roll off y
las bananeras al contenedorizar su operación, sumieron al servicio del
ferrocarril en un rumbo sin retorno. El ferrocarril, a pesar de esta
fortísima competencia, logro sobrevivir por un tiempo gracias al manejo
de las importaciones de bobinas de acero y otras cargas pesadas, así
como gracias al manejo de las cargas a granel, especialmente las del CNP
que, en última instancia, también terminó por cambiar al furgón cuando
la operación portuaria la pasó el CNP del muelle grande de Puntarenas
(basado en succionadoras) a Puerto Caldera, o cuando inició la descarga
de los graneles vía tolbas/almejas en Puerto Limón. Este proceder fue,
en mi opinión, la ESTOCADA que terminó por sellar el destino del
ferrocarril de carga en Costa Rica.
Mientras
tanto, la Saopin y su enlace con la carretera del Zurqui y la pista San
José/San Ramón con su enlace a la Cambronero, ya habían asumido casi la
totalidad del tránsito de pasajeros, pues el tiempo de tránsito se
redujo escandalosamente. Recuérdese que un viaje San José/Limón en
ferrocarril duraba casi las 7 horas (y lo se porque hice ese viaje
muchísimas veces) y San José/Puntarenas duraba casi 5 horas. Con las
nuevas alternativas se podía viajar a Puntarenas en 2 horas y media y a
P. Limón en 3 o máximo 4 horas.
En
otras palabras, nuestro ferrocarril, simplemente, no tuvo capacidad
para acomodarse a los nuevos tiempos. O lo que es lo mismo, solo el
gobierno de don Rodrigo Carazo fue el último que hizo inversión en el
ferrocarril al licitar y comprar las 4 locomotoras eléctricas SIEMENS que arribaron
a P. Limón durante la administración de don Luis Alberto Monge. A partir de ahí, ni esa administración, ni la primera de don Oscar Arias, ni la
de don Rafel Angel Calderón invirtieron ni en modernizar ni en
optimizar los servicios que el ferrocarril ofrecía y, en consecuencia,
acondicionarlo a las exigencias que el nuevo esquema logístico global
imponía a nuestro país, siendo lo último, y repito, que se hizo (y lo se
porque me tocó coordinar la descarga en Puerto Limón con el Ingeniero
Kruishan) la traída de Europa de las mencionadas 4 locomotoras
eléctricas SIEMENS allá hacia mediados de la administración 1982 - 1986 (aún las pueden ver de vez en cuando... son las de color celeste).
Esto no ocurrió en 1995 (que fue el año en el cual se cerró TECNICAMENTE el
ferrocarril) sino a lo largo de más de 15 años, pues el cambio
operacional y logístico y el consecuente deterioro del servicio del
ferrocarril se inició a mediados del gobierno de don Rodrigo Carazo.
Para cuando don Jose María decreta el cierre técnico, el ferrocarril
tenía pérdidas cuantiosas imposibles de manejar en una economía que
venía aún recuperándose de su peor crisis económica, la que se dio a
principios de los años 80s al final de la administración de don Rodrigo
Carazo.
Por
eso, decir que fue don José María Figueres (o el PLN) el que cerró el
ferrocarril como si hubiese sido un capricho o una imposición o decisión
personal sin ninguna justificación macro-económica y política es, por
decir lo menos, demasiado simplista; como simplista es el querer echarle
las culpas solo a los sindicatos, a los camioneros o a las navieras y
consorcios navieros internacionales. Hubo muchísimas razones que, a lo
largo de todos esos años y gobiernos, se acumularon y terminaron por
presionar la toma de esa decisión. Además, se hace obligatorio el
aclarar que lo hecho por don José María Figueres no fue un cierre en el
sentido llano del término, sino un CIERRE TECNICO de una institución del
Estado. El INCOFER fue creado por una ley de la República, ergo SOLO la
Asamblea Legislativa la podía derogar, o sea, solo la AL podía - por
ley - cerrarla de forma definitiva. Si no hubiese sido un cierre
técnico, que fue lo que se hizo, no hubiese sido posible reabrir el
ferrocarril durante la administración Pacheco, bajo la guía del Ing.
Caravaguiaz, a no ser que se hubiese procedido a decretar una nueva ley
de creación de esta institución. Llevar el cierre definitivo del
ferrocarril (tanto al Pacífico como al Caribe) como propuesta
legislativa hubiese sido un completo calvario. La decisión final fue,
por ello y por otras razones, el cierre TECNICO del mismo.
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