USA TODAY
La
evolución de las
realidades geopolíticas, económicas, sociales, tecnológicas, comerciales
y culturales están moldeando un mundo que hoy es muy distinto de
aquel que vivimos hacia finales del siglo XX.
Esto es una realidad incuestionable.
En el aspecto geopolítico, el liderazgo global de los Estados Unidos, al que algunos (no sin razón) dieron en llamar "hegemon", ha sido y está siendo seriamente "retado" por potencias emergentes que extienden su influencia y poder en zonas antes controladas, de forma casi absoluta, por USA. De hecho, no es que USA haya perdido preponderancia como primera potencia global (que lo sigue y seguirá siendo), sino que ya no es el actor único y dominante del escenario mundial a como lo fue hace tan solo 30 años después del colapso de la URSS.
Estados
Unidos, en el presente, mantiene su presencia en la forma de un
liderazgo planetario
justificándolo en ser el garante del libre comercio y la democracia
liberal. Y esta actitud y papel no es asignada por casualidad puesto
que, en occidente, se lo hemos dado
tácitamente y, además, si no se lo hibiésemos reconocido, USA lo habría
asumido, y de hecho lo ejerce, de
forma natural desde finales de la II Guerra Mundial.
Pero
hay un
lado oscuro en lo profundo del orden institucional estadounidense que
puede (y ya lo ha hecho) afectar la continuidad de la preponderancia de
su filosofía política internacional, y es la constante batalla que
enfrenta esta gran nación entre su universalismo liberal y democrático y
su apabullante industrialismo
militar, así como su creciente aislacionismo y confrontación con socios y
aliados que se han visto acentuados con la llegada de Donald Trump a la
Casa Blanca.
El
mundo
está cambiando aceleradamente y de muchas y sorprendentes formas, y a
pesar de su enorme
e irrefutable peso específico en el concierto internacional de las
naciones,
USA tendrá que terminar aceptando la realidad de compartir ese liderazgo
(ya no solo hegemonía) con otros actores igualmente importantes como lo
son China, Rusia, India, la UE y, no faltaba más, potencias regionales
como Irán y otras similares. Esta realidad es un enorme reto para un
país
construido sobre su convencimiento ético y moral emanado de su arraigada
creencia en su "destino
manifiesto".
Es
por ello
que el resultado de esa confrontación - al interior de su
institucionalidad - es vital para el futuro del
planeta. Por el momento no hay un bando que clara y determinantemente
esté ganando esa
batalla, aunque me inclino a pensar que, desde tiempos de Eisenhower, el
industrialismo militar - justificado hoy en su “homeland security” - ha
consolidado y ampliado una
ventaja muy peligrosa a partir del 2001, cuando su status quo fue
confrontado por sus enemigos con el terremoto que significó el trágico
911. El mundo cambió, definitivamente, ese día.
Y
hoy, también lo está haciendo ya no como el resultado del shock de un
ataque terrorista en su territorio - como lo fue el 911 - sino por la
evolución e influencia de fuerzas económicas, sociales y políticas que
desafían seriamente la preponderancia planetaria estadounidense.
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