CONFLICTO

Quien haya sido el culpable de la invasión de Rusia a Ucrania, que en mi opinión no es exclusiva de Vladimir Putin, sino HISTORICAMENTE compartida con la OTAN/USA y la misma Ucrania, a estas alturas del conflicto es ya irrelevante.

Y digo irrelevante porque las consecuencias están afectando de forma muy negativa a prácticamente todo el planeta, ya sea en el escenario tanto financiero como monetario, del comercio internacional, del drama humano y en el aspecto económico. Y este SI es el escenario que SI es absolutamente relevante.

La afectación ha sido realmente impactante en Ucrania, pero lo ha sido también en Rusia (por las sanciones), en Europa y en Estados Unidos que - es paradójico - están sufriendo los efectos negativos de ESAS MISMAS sanciones que impusieron a Rusia. Hay unos pocos que están usufructuando del conflicto, como la todopoderosa industria armamentista, las transnacionales agrícolas, la industria bancaria, los brokers, compañías y países petroleros, así como países que se han posicionado de forma inteligente para aprovechar los precios a la baja del petróleo ruso como India y China, etc. Las sanciones a Rusia, que por lo general este tipo de medidas no surten efecto o tienen incidencia mínima sobre el afectado, sí han agudizado los problemas globales que veniamos padeciendo. Y encima... la amenaza militar que puede perfectamente extenderse e incendiar el planeta entero.

Para cuando todo este "jaleo" haya terminado, el mundo - no tengo ninguna duda - será otro totalmente diferente de aquel que despedimos el 31 de diciembre del 2019. Se acomodarán las placas tectónicas geopolíticas y emergerá un nuevo orden mundial.

¡En todo esto ya no hay discusión!

No obstante, debemos de calibrar muy bien aquello que HOY está sucediendo, y sobre todo aquello que está impactando al mundo entero. Por ejemplo, la tendencia inflacionaria ya venía mostrando signos preocupantes desde marzo del 2021, así como también la tendencia al incremento de los precios de materias primas, granos como el trigo y el arroz, químicos como los fertilizantes y, por supuesto y más importante, el petróleo y sus derivados y el gas natural. Todo lo esencialmente básico a nuestra civilización ya venía mostrando esa tendencia alcista. Y como siempre, los más pobres son los primeros afectados, sean estos personas o países.

A lo anterior se suma a los cierres draconianos en China de sus puertos principales y zonas industriales claves en el sur como Shenzhen y la cuenca del río Perlas; y en el norte como Shanghai, lo que ha generado un desbalance grosero entre la oferta y la demanda global. Estos cierres son resutado de la política del gobierno de China de cero tolerancia al COVID-19, la pandemia que AUN no ha terminado y probablemente no termine en lo que resta del 2022. Se suman también la crisis de los contenedores, los serios congestionamientos en los principales puertos del mundo, la disminución productiva y exportadora de China y la endémica disrupción de la cadena logística de suministros así como la caída de la demanda global. Estas circunstancias tan negativas se han interelacionado y se han confabulado para generar una tormenta perfecta que aún no ha alcanzado su mayor potencia devastadora.

En realidad, prácticamente todos estos problemas - como ya fue indicado - venían presentándose, algunos con más intensidad que otros, desde ya hace mínimo 2 años. El conflicto entre Rusia y Ucrania solo vino, repito, a agudizarlos, potenciarlos y hacerlos visibles a toda la población del planeta. Hoy nadie está, ni debe de estarlo, ciego ante la gravedad de los problemas que enfrentamos. Y mucho menos en países que ya sufren o van a sufrir sus efectos de forma aguda, incluyendo la amenaza de hambruna, como los países africanos, latinoamericanos y algunos en el sureste asiático.

No es ningún alivio el saber que los países del primer mundo TAMBIEN los van a sentir de forma impactante. Basta con observar el nivel de inflación interanual que ha alcanzado los Estados Unidos en esta semana: 8.6%. Y en la eurozona: 8.1%, siendo la más alta en Estonia con un 20.1%. Estos niveles de inflación son históricos, situándose como los más altos tanto en USA como Europa de los últimos 40 años.

La situación es realmente crítica y ya hay voces que predicen que es prácticamente inevitable que en los próximos 3 a 6 meses el mundo caiga en una depresión económica no vista desde finales de la década de los 20s y toda la de los 30s del siglo XX. Es por ello que, en lugar de seguir con la necedad de culpar a Rusia o a la OTAN o a los Estados Unidos o al "fantasma del gato negro de Cleopatra" por el conflicto en Ucrania, debemos de concentrarnos en clamar globalmente que, ante todo, se acabe ese conflicto y se atienda de inmediato la tragedia humanitaria que se ha generado. Si ese conflicto se detiene, es probable que no enfrentemos una aguda depresión económica, pero sí un periodo dificil de por lo mínimo 2 años antes de poder volver a una "nueva normalidad".

Costa Rica, a pesar de la mediocridad diplomática mostrada en los últimos 8 años, sigue teniendo una voz respetada en el concierto mundial de naciones y un premio Nobel que tiene eco en los corrillos del poder global y en el mundo académico. Es momento de dejar la retórica política, ideológica y diplomática y hacer sentir nuestra voz: exigir el fin de ese conflicto y avocarnos TODOS a balancear una situación geopolítica profundamente compleja. Sinceramente espero que en Casa Presidencial le estén poniendo toda la atención posible a la seriedad de los problemas que estamos viviendo y a las nefastas consecuencias que ya nos están impactando - y que nos seguirán afectando exponencialmente - si no hacemos nuestra parte.

Espero no ofender con esto ni parecer disco rayado pero, cualquier problema que tengamos en estos momentos como país, son semillas de mostaza ante la envergadura de los que tiene el mundo y que, inexorablemente, habrán de alcanzarnos. Es poco lo que podemos hacer, cierto, pero ese poco es de calidad.

¡Es hora de tomar partido y hablar por lo que siempre hemos defendido: la paz, el bienestar y el progreso del ser humano!