POLITICA O RELIGION

El uso de la política para legitimar un proyecto eminentemente religioso, o el uso de lo religioso para legitimar intereses materiales de índole político. Es difícil distinguir cuando el primero prevalece sobre el segundo o viceversa, aunque es evidente que ambos pueden perfectamente presentarse de forma simultánea.

A lo largo de la historia, este dualismo ha definido el quehacer estrictamente político de la sociedad humana puesto que, en última instancia, el objetivo de ambas no deja de ser el mismo: la conquista y ejercicio del poder y el predominio y prevalencia de los intereses de las élites que las representan. No hay engaño en cuanto a las intenciones y fines. En consecuencia, no podemos definir una mera injerencia de lo religioso en lo político o de lo político en lo religioso, sino una co-implicación de ambos. Una co-implicación que justifica y legitima su existencia y prevalencia.

Cuando la religión predomina, notamos el surgir de regímenes teocráticos, los cuales legitiman su existencia como “mandato” de Dios. Es indistinto si aquellos que ejercen el poder son o no aptos, lo importante es el hecho de que es “voluntad” de Dios y que Dios proveerá la capacidad al o a los “ungidos” para que se gobierne en su nombre y bajo su ley. Y cuando predomina lo político, notamos el advenimiento de sistemas que oscilan desde la democracia, con sus diferentes manifestaciones ideológicas, hasta las tiranías y dictaduras.

El devenir humano, como especie social y eminentemente política, tiene sobrados ejemplos de los extremos y consecuencias a los que se puede llegar cuando prevalece uno u otro de los dos elementos, o cuando ambos se confabulan para usufructuar el poder. Con las teocracias hemos caído en fundamentalismos o fanatismos y en la persecución de aquellos que no comulgan con nuestras concepciones y creencias. Con las tiranías y dictaduras, indistintamente del signo que las clasifique, caemos en la supresión de la libertad y en la persecución de la conciencia individual. Con ambas, en no pocas oportunidades, hemos caído en la demagogia, la pobreza, la ignorancia así como en la guerra y hasta el genocidio.

Es con el predomino de la democracia, entendida ésta como la expresión de la voluntad POLITICA del soberano, que podemos delinear y definir ámbitos, límites y equilibrios entre ambas. Es en democracia como potenciamos nuestra dignidad y nuestra libertad de conciencia, lo que a su vez permite la libertad de la manifestación religiosa, indistintamente del concepto que tengamos de ella, que aporta valiosos elementos éticos y morales que cohesionan y enriquecen su funcionamiento. Es en democracia que podemos no solo dar sentido a nuestras aspiraciones espirituales y religiosas privadas, sino también racionalizar y legitimar nuestras aspiraciones de respeto, desarrollo y solidaridad como ser social y político.

En democracia debe prevalecer supremo el interés civil como eje central de su permanencia y justificación política. Nuestro compromiso, en consecuencia, debe ser el trabajar para fortalecer sus principios fundacionales, no para menoscabarlos.

La democracia no es perfecta, pero definitivamente es la mejor opción que tenemos para hacer valer nuestra dignidad, libertad y conciencia tanto individual como social.






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