TITULOS ACADEMICOS

I

La educación es el instrumento que utilizamos para heredar el conocimiento a las nuevas generaciones; y es un factor clave en el avance y progreso de los individuos y la colectividad. La educación, además de proveer conocimientos, también enriquece la cultura, el espíritu, los valores y todo aquello que nos caracteriza como seres humanos. Es, en definitiva, vital para la sobrevivencia de nuestra especie. Es un factor esencial y concomitante a nuestra naturaleza en el cual, a lo largo de toda nuestra historia común, la humanidad ha invertido, y seguirá invirtiendo, enormes cantidades de tiempo, ingenio, recursos y sacrificios.
No es, bajo ningún concepto, un factor que debemos minimizar o trivializar sea por resentimientos de clase, por fanatismos religiosos, por poses politiqueras y, mucho menos, por aspiraciones electorales.
II
Hoy, y por muy condenables razones, en nuestro país se quiere justificar el hecho de que no son necesarios los “títulos académicos” para ser presidente de la República. La politiquería ejercitando sus aceitados músculos.
El artículo 131 constitucional claramente indica cuales son los requisitos para que un ciudadano costarricense pueda ejercer la presidencia de la República; y en el mismo NO se indica que sea obligatorio EL SER POSEEDOR de un título académico para realizar tales fines. Claro está que constitucionalmente NO es requisito, pero también está implícito que lo contrario esté prohibido. Lo que la ley no prohíbe la ley lo permite.
En mi opinión, y sin faltar a nuestra Constitución Política, una sólida educación SIEMPRE será un plus en cualquier ciudadano que aspire a ser presidente de la República.
III
Las extraordinarias características que hoy definen el mundo moderno - completamente globalizado - definen, así mismo, las extraordinarias y complejas responsabiliddades que acarrea el gobernar, lo cual y por consecuencia, exige conocimientos y capacidades suficientes para entenderlas y manejarlas.
Está claro que un gobernante puede ser un buen gobernante con o sin atestados académicos, como también es posible lo contrario. Pero, hay mayores probabilidades de que se tenga un mal gobierno cuando un gobernante carece de una preparación sólida que lo respalde. En todo caso, y en el peor de los escenarios, se está frente a una apuesta realmente arriesgada. Y el asunto clave es el hecho de que nuestro país YA NO está para apuestas. Ya mostramos, 1.3 millones de costarricenses, que somos realmente malos apostadores.
IV
La BUENAS excepciones en política son un bien MUY escaso. Así que, lo mínimo que se puede pedir para tener posibilidades de un buen gobierno, es que un aspirante a la presidencia de la República tenga capacidad demostrada para entender no solo las complejidades del mundo moderno ya indicadas, sino también para entender y enfrentar la extraordinaria complejidad que representan los apremiantes problemas sociales, económicos, culturales y políticos que ensombrecen a nuestra nación.
Sí. Estamos de acuerdo en que no se necesitan títulos ni altisonantes honores académicos para ejercer la máxima investidura POLITICA que ofrece nuestra República. Pero también es imperativo que estemos de acuerdo que HOY es absolutamente cierto que son bastante útiles y que NO podemos ni despreciarlos ni considerarlos innecesarios.
Nuestra larga y rica historia educativa, nuestro innegable orgullo de pueblo educado e inteligente y nuestro compromiso con el bienestar de la Patria nos lo exigen.



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