LOS PANAMA PAPERS

Y ahora tenemos un escándalo que nació como terremoto y se convirtió en tsunami y que, a medida que van pasando los días, su oleaje ha arreciado y va exponiendo a su paso la magnitud del daño que está causando.

¡Y saber que aún faltan muchos daños más por cuantificar!
A nivel global, este tsunami se puede comparar con el tristemente famoso tsunami del 26 de Diciembre del 2004 en Océano Indico que dejó casi 500 mil víctimas (450 mil muertes y 50 mil desaparecidos aproximadamente). El tsunami ha sido provocado por el terremoto ya mundialmente conocido como "Panamapapers", con epicentro en Ciudad de Panamá, en una firma de abogados llamada Mossak Fonseca, cuya magnitud es de casi 10 grados en la escala richter del escándalo y con una profundidad que aún no termina de medirse. Las consecuencias de este terremoto-tsunami apenas empiezan a vislumbrarse en regiones como Arabia Saudí, Rusia, Islandia, México, China... y hasta en Costa Rica. Este mega escándalo no está dejando muñeco con cabeza...
En Costa Rica el fuertísimo oleaje del escándalo llegó casi instantáneamente pero, a diferencia de otros lares, en nuestro terruño el escándalo ha sido dirigido, en aras de una revolcada interpretación del interés público y de una enfermiza concepción de la libertad de prensa, a despedazar honras y reputaciones. Y además, y sin ningún viso de decoro, a ser utilizada para promover intereses políticos y politiqueros manifiestos y hasta para vendettas personales.
El terremoto-tsunami “Panamapapers” nos ha desnudado completamente al exponer la ética y la moral que como sociedad hemos vilipendiado sin ningún remordimiento ni sentido de culpa. Este escándalo nos está demostrando, de forma incuestionable, cuan enfermos estamos. Somos una sociedad en la cual los principales principios éticos y morales de convivencia los estamos tirando a la basura. El principio angular de nuestro ordenamiento jurídico de la presunción de inocencia vale hoy menos que el papel higiénico reciclado y más barato que NOSOTROS LOS COSTARRICENSES más pobres aún podemos comprar en nuestros supermecados. El tribunal mediático y de la redes sociales condenan sin misericordia y, en ninguno de los dos, es posible la defensa. Son tribunales torquemadianos que se alimentan del resentimiento, la envidia, la venganza, la terquedad, el fanatismo, el cinismo, la ignorancia y del repulsivo efecto del anonimato de la masa.
El escándalo de los “Panamapapers” ha demostrado a nivel global las contradicciones éticas y morales que nos designan como sociedad, propiamente dicho, de nuestra época; y en Costa Rica no ha sido la excepción. Y estas contradicciones éticas van desde cómo fue obtenida la enorme cantidad de información (2.7 terabytes) disimulado el acto con el eufemismo de “filtración” (como si con tal definición se pudiese disimular el acto claro y simple de ROBO) hasta el uso sesgado, tendencioso y malintencionado de esa información para manchar y hasta destruir honras ajenas sin absolutamente aportar ningún tipo de prueba y dejando, en el imaginario, la condena irrefutable y el escarnio.
Desde una perspectiva estrictamente ética, con este escándalo salen a relucir varias apreciaciones que no por ser secundarias, dejan de ser vitales. Entre ellas está el hecho de si es ético y moral si alguien decide invertir su capital fuera de nuestras fronteras, como muchos lo hacen de forma totalmente legal, basados tanto en nuestro ordenamiento jurídico como en el del lugar donde se realiza la inversión, si es ético y moral el divulgar información privilegiada y, a la vez, insinuar (la diferencia es literalmente semántica) ilegalidad y delito en el proceder de aquellos que son nombrados en esa información, si es ético y moral que un Estado paquidérmico, incapaz, ineficiente y atrofiado imponga a sus ciudadanos cuotas impositivas tan altas y que NO son utilizadas para el mejoramiento general del Estado (infraestructura, programas eficientes contra la pobreza y el desempleo, generación y apoyo del emprendimiento empresarial, mejora sustancial de la educación, etc.) y que a la vez sea incapaz de controlar el gasto, la ineficiencia burocrática y las gollerías sindicales. Si es ético y moral que haya personas que decidan sacar sus fortunas (LAS BIEN GANADAS Y GESTIONADAS) fuera de nuestro país y al hacerlo hagan caso omiso del compromiso ciudadano de ayudar a sacar el país del atolladero en el que, de una forma u otra, TODOS hemos permitido que cayera. Es ético y moral que el hedonismo, el egoísmo, la avaricia, la falta de prudencia, el resentimiento y el desprecio por el bienestar de los demás sean los signos de nuestra actual idiosincrasia.
Estoy plenamente convencido de que esta NO es nuestra verdadera Costa Rica. Es la Costa Rica que nos han venido imponiendo y que nosotros como PAIS no hemos sabido reaccionar para evitarlo. Si hay algo bueno que podemos sacar de este terremoto-tsunami es, precisamente, el que abramos los ojos ante la peligrosa conducta social que hemos creado con nuestra insatisfacción, con nuestro egoísmo y con nuestra inacción.
Además, estoy también plenamente convencido de que algunos de los nombres indicados en los más de 75 mil documentos que se refieren a Costa Rica son culpables de corrupción y de delitos, pero ello hay que probarlo en un juzgado de justicia de la nación, no en un juzgado virtual e intolerante como Facebook u otras redes sociales. Así mismo, tengo el convencimiento de que la inmensa mayoría de los nombres ahí citados son de personas que actuaron apegadas a la ley y que, en consecuencia, NO son culpables de delito alguno. Pero sobre todo, estoy profundamente convencido de que las contradicciones éticas y morales que nos agobian como sociedad son las que, en realidad, están deteriorando peligrosamente nuestra estabilidad nacional. Estas contradicciones éticas y morales son las que, amparadas al relativismo y el revanchismo ideológico y político, justifican y validan un comportamiento tan execrable como el demostrado por medios masivos de comunicación, por nuestras élites políticas, por nuestras élites empresariales y, por supuesto, por nuestra población en general.
Umberto Eco dijo, quizás de forma resignada, que “las redes sociales le han dado voz a los imbéciles”. No soy quien para contradecir está afirmación tan despectiva como demoledora, pero si soy quien para no estar de acuerdo con ella y pensar, por el contrario, que las redes sociales son las que también le han dado voz a los que queremos cambiar el mundo para bien, y especialmente nuestro país, incluyendo en el proceso a los imbéciles...

Publicado en Facebook el 6 de abril del 2016.



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