IDEOLOGIA
Hay una realidad que aquellos opinólogos que nos dedicamos a
la elucubración política no tomamos con la seriedad que merece o,
simplemente, no le damos la magnitud de importancia que le es propia: "En
la praxis política, en el ejercicio del poder y en la convergencia de los
infinitos intereses que se generan en la convivencia social, la ideología SOLO
es una guía, NUNCA una verdad absoluta ni una imposición incuestionable."
Ninguna de las teorías o ideologías políticas -
absolutamente ninguna - ha sido puesta en práctica en su absoluta pureza. Ni el
liberalismo, ni el marxismo, ni el fascismo ni ningún "ismo" han
existido, y mucho menos prevalecido, en una estricta pureza práctica. El
marxismo leninista soviético, por ejemplo y a pesar de la verborrea y la
propaganda, era diferente del marxismo maoísta chino o del marxismo estalinista
de Corea del Norte o del leninista cubano. El fascismo alemán era distinto del
fascismo italiano (el original) o el japonés. El supuesto liberalismo, y su complemento
político en la democracia liberal, eran y son diferentes en Gran Bretaña y en
Estados Unidos; y así sucesivamente.
Y todos, en sus respectivos espacios histórico-temporales y sociales, evolucionaron (algunos se podría alegar, por el contrario, que involucionaron) hasta presentarse de la forma que hoy o los recordamos o los conocemos. Es más, aquellos que aún perduran, continúan cambiando como respuesta a las necesidades evolutivas de las sociedades modernas, tan determinadas por la integración geo-económica y por el vertiginoso desarrollo científico y tecnológico de nuestra época.
La historia ha demostrado que cualquier intento de
imposición de una ideológica termina - irremediablemente - o en
fracaso o en modelos que evolucionan desde el entramado ideológico original
hacia su adaptación a las necesidades que la misma sociedad, impulsada por un interés
general que es producto de la cohesión azarosa de los intereses particulares de
los individuos que la componen; genera, estructura, organiza y desarrolla. La
justificación de esta realidad evolutiva radica en la conciencia social que
todos debemos de tener de nuestra dignidad como seres humanos, la cual está
indisolublemente ligada a nuestra conciencia individual y social de libertad. La
dignidad humana, y la libertad intrínseca a ella, son los dos cromosomas
(genotipo) que determinan nuestra realidad individual y, consecuentemente,
nuestra imperativa manifestación política y social (fenotipo).
Y el derecho, probablemente nuestra más grande conquista
intelectual y cultural, es el elemento que cohesiona, condiciona y moldea la
evolución de esa unidad existencial.
La ideología, por lo tanto, no es más que un subproducto -
pasajero en algunos casos - de esos elementos supremos: la conciencia
individual y social de nuestra dignidad humana y de nuestra libertad, la forma que
supeditamos ambas para legitimar nuestra convivencia social y, por último pero no menos importante, el
derecho como el máximo valor social y cultural que se genera de la complementariedad de
los dos primeros.
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