¿HORA DE LA III REPUBLICA?

Algunos dicen que una crisis muy severa se nos viene encima. Más severa que aquella que vivimos al principio de los años 80 del siglo pasado. Y dan sus buenas razones para sustentar esa afirmación. En mi caso, por el contrario y sin querer ser alarmista, afirmo que la crisis ya está acá, entre nosotros, y lo ha estado desde ya hace varios meses. Para mi NO hay pre-crisis. Lo que YA hay es crisis y, además, in crescendo.

Y esto lo afirmo por los hechos que se atestiguan prácticamente todos los días, como lo es la inflación creciente, el tipo de cambio en aumento, crecimiento económico raquítico, huelgas que son un motivo en sí mismas y que iniciaron por una razón espuria pero que, como el camaleón, han ido cambiando de reclamo a medida que la crisis avanza, déficit fiscal asfixiante, evasión, el descaro de las pensiones de lujo, entrabamiento legal, el descontento y desconfianza del ciudadano en nuestro gobierno y en nuestra institucionalidad, grupos, instituciones y hasta poderes de la República haciéndose gatos bravos con sus privilegios, una Asamblea Legislativa plagada de politiquería y fanatismo fundamentalista e ideológico, amenazas de default y no pago de salarios y aguinaldos a los empleados públicos, una deuda consolidada (pero especialmente la pública, que es la más peligrosa) escandalosa, corrupción e impunidad, etc. La verdad que, aún y cuando todo esto ya tiene su rato de venir acumulándose, es ahora y desde ya hace unos meses, que la fea cara de la crisis empezó a golpearnos. Y a medida que pase el tiempo, la golpiza solo tenderá a agudizarse.
Y el primer golpe, el cual debió de alertarnos de forma inequívoca, se dio a finales del 2014 con la aprobación INCONSTITUCIONAL Y UNILATERAL de un presupuesto nacional con casi un 20% de incremento, y se cerró a finales del 2017 con un gancho al hígado rastrero y descaradamente disimulado en un hueco presupuestario absolutamente ilegal. Ese fue el empujón que se necesitaba. La gota que derramó el vaso. De ahí para acá la bola de nieve empezó a rodar por la ladera.
Y si a toda esta ensalada de hierbas tóxicas le agregamos el agrio aderezo de la información fraccionada, distorsionada, a medias verdades y, muchas veces, francamente falsa, sesgada y malintencionada, tenemos la fórmula perfecta para una tormenta perfecta. Un gigantezco huracán categoría 5 que no va a dejar piedra que no sea arrasada.
¿Hay alternativas? Sí, sí las hay, pero tenemos que ser conscientes de que para ello hay que aprovechar la incuestionable realidad de que nuestro sistema político, institucional, jurídico y fiscal está acabado. Es disfuncional. Está petrificado, obsoleto y agotado. Debemos de entender que nuestra sacra Ley Originaria hoy es solo un parche mal pegado en una pared. Que es una cobija llena de remiendos. Y que todos esos remiendos fueron pataleos de ahogado que le hicimos para preservar un Estado Social de Derecho que, por nuestra desidia y falta de visión, ya hace casi 4 décadas (quizás más) que lo atrofiamos. No hay, sobre la faz de nuestra soberanía, grupo de poder que no lo haya impunemente irrespetado.
Es mi opinión, tal y como lo ha sido desde el aciago año del 2004, que a Costa Rica le ha llegado la hora de entender y aceptar que TENEMOS la obligación de exigir el llamado a una Asamblea Constituyente que nos dote de un marco constitucional que nos permita reformar, renovar y modernizar el Estado. Nuestro país, a lo largo de su historia, ha tenido más de 20 Constituciones Políticas. Nuestros antepasados, inclusive en los momentos más oscuros de nuestra vida republicana, tuvieron la valentía,la entereza, la visión y la inteligencia para comprender cuando había llegado el momento de proceder. Nos lo demostraron, de forma inequívoca, en 1871 y, sobre todo, en 1949. Es nuestra obligación que concordemos en esta exigencia histórica y fundemos la III República. No en vano el nombre de nuestra primera constitución es “EL PACTO DE CONCORDIA”. Hagámosle honor a su significado.
En resumen, estoy convencido más allá de toda duda, que ha llegado el momento y la oportunidad histórica de honrar nuestra herencia constitucional pues, de lo contrario, los augurios que nos esperan son "nubarrones muy negros en los cielos de la Patria". No podemos “esperar a que se disipen los nublados del día” para actuar.
¡¡ACTUEMOS YA!!

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