ARISTOCRACIA JUDICIAL

El señor Magistrado Fernando Cruz ha causado furor en las redes sociales, y en los medios noticiosos del país, por sus declaraciones posteriores a la opinión de la Corte Suprema de Justicia sobre el proyecto de Ley Fiscal 20580. En sus declaraciones, el Magistrado Cruz alude a la INDEPENDENCIA del Poder Judicial para rechazar la supuesta amenaza de "colonización" de sus funciones administrativas y operativas por parte de los otros Poderes de la República. Y, a como ya ha quedado demostrado recientemente con el pronunciamiento de la Junta Directiva de la CCSS y de la Corte Plena sobre el régimen de pensiones del Poder Judicial, el virus se está extendiendo. Es el virus independentista.

Y es que, principalmente, el recurso de apelar al concepto de "independencia" de un Poder de la República, y de cualquier otra institución del Estado, tiene como objetivo cristalino – especialmente en los tiempos que corren - no el de proteger la esencia del significado tanto jurídico como Constitucional del concepto, sino proteger obvios privilegios, los cuales sienten - no sin justificada razón - amenazados por la "regla fiscal" indicada en ese proyecto 20580. Pero... privilegios NO son atributos y mucho menos justificantes ni de la alegada independencia ni de la creación y vigencia de aristocracias muy bien diferenciadas - y odiosas - dentro de nuestro sistema de servicio público, incluyendo por supuesto, al Poder Judicial. Es la aristocracia de los altos "servidores públicos" en la cual hay algunos que se han perpetuado en el puesto hasta el extremo de ostentar records de permanencia. Tal es el caso de un Magistrado de la República que ya tiene 33 años en su silla, y serán 40 años cuando termine su actual período; y lo único de resaltar de su larguísima gestión es su duración y su innegable astucia para sobrevivir. Por algo hasta el mismo expresidente de la Corte Suprema de Justicia, Carlos Chinchilla, quien no resultó tan buen alumno en el arte de la "sobrevivencia", lo llamaba “maestro”.
Esas distorsiones conceptuales y funcionales lo que han producido son inequidad y desigualdad, tanto dentro del servicio público como en la sociedad en general, le guste a o no a don Fernando Cruz y a otros de sus similares que, con ese mismo pretexto de la “independencia”, tratan de justificar actos que la misma sociedad, o sea todos nosotros, pagamos y consideramos - CON JUSTIFICADA RAZON TAMBIEN - como PRIVILEGIOS.
El magistrado Cruz refirió literalmente a don José Figueres Ferrer, en su discurso de cierre, con esta cita de su libro CARTAS A UN CIUDADANO: “Por ahora, deseo, en esta Carta, hacer conciencia sobre la necesidad social de remunerar adecuadamente a quienes administran la Justicia. Cualquiera que sea el grado de atraso económico y social de un país, cualesquiera que sean las privaciones dela mayoría de sus habitantes, es necesario que sus magistrados se elijan entre los mejores juristas, filósofos del Derecho, hombres de talento y de equidad; que se mantenga como es debido la majestad del Poder Judicial, para que se enaltezcan todas las instituciones, y para que sea lo más esclarecida posible la marcha de la sociedad” (sic). Pero el señor Magistrado Cruz olvidó (y no quiero pensar que de forma intencional) resaltar dos aspectos esenciales de esa cita como lo son, primero, la necesidad SOCIAL de remuneración adecuada a quienes administran la Justicia, lo que significa - en buen romance - que es LA SOCIEDAD la que debe de tener conciencia de su obligación de asignarles y pagarles el debido y correcto nivel de sus remuneraciones, y NO los altos jueces a su libre albedrío los que decidan ASIGNARSE Y PAGARSE esas remuneraciones. Y segundo, el incuestionable hecho de que, como sociedad, no hemos cumplido a cabalidad, al menos en los últimos 15 años, con la obligación de elegir a los más altos puestos de nuestro Poder Judicial a “los mejores juristas, filósofos del Derecho, hombres de talento y de equidad” para que "se enaltezcan todas las instituciones, y para que sea lo más esclarecida posible la marcha de la sociedad." Todos sabemos, incluyendo a muchos probos jueces y Magistrados, que a la Corte Suprema de Justicia últimamente NO ha llegado la crema y nata del talento jurídico nacional, ni lo más granado de la probidad, de la ética y la moral.
En síntesis, los personajes centrales de todo el libro de don Pepe son LA NECESIDAD Y LA CONCIENCIA SOCIAL. Y esos son imperativos morales y éticos que, ya resulta más que obvio, la “aristocracia del servicio público” ha defenestrado impunemente y nuestra sociedad ha olvidado ejercer e imponer de forma clara y contundente.
No en vano estamos en crisis.

NOTA:

Publicado en FACEBOOK el 24/Oct/2018.

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