REFLEXIONES

Tirano. Dictador. Autoritario... ¿Algún otro calificativo que se les ocurra?
Un tirano (del griego antiguo tyrannos) es un gobernante que posee poder absoluto y que no está restringido por la ley, o uno que ha usurpado la soberanía de un gobernante legítimo. A menudo retratados como crueles, los tiranos imponen sus posiciones recurriendo a medios generalmente brutales y represivos. (sic)
Un dictador es una persona que se arroga o se apropia de todos los poderes políticos del Estado y, apoyada en la fuerza, los ejerce sin limitación jurídica, o sea, sin límites legales. En la antigua Roma, era un magistrado (dittatore) al que se le confería la plena autoridad del Estado para hacer frente a una emergencia militar o para emprender una tarea específica de carácter excepcional. (sic)
El líder autoritario está personificado o individualizado en una persona carismática que ejerce su autoridad de modo monopolístico y sin autonomía apreciable para otros poderes políticos y jurídicos del Estado. (sic).
En Costa Rica hemos tenido dictadores y líderes autoritarios. Me vienen a la memoria Francisco Morazán (que era hondureño), el General Tomás Guardia y Federico Tinoco. Los autoritarios don Braulio Carrillo (quien terminó gobernando como dictador vitalicio hasta que fue derrocado) e, inclusive - pero obligado por las circunstancias históricas - don José Figueres Ferrer como presidente de la Junta de Gobierno que reorganizó el país posterior a la Revolución del 48.
O sea, no somos ajenos a tener gobernantes que han ejercido el poder con mano dura y, a pesar de que haya gente que no concuerde, varios de ellos fueron excelentes gobernantes al punto de ser reconocidos por la posteridad como Beneméritos de la Patria, caso de don Braulio Carrillo, don Tomás Guardia y don José Figueres Ferrer quienes, con sus actos y decisiones, fortalecieron nuestra institucionalidad, nuestra soberanía, nuestra independencia y nuestro concepto republicano de Estado. Todos ellos gobernaron en momentos difíciles de nuestra historia patria y, a pesar de las dificultades que enfrentaron y del autoritarismo o dictadura de como gobernaron, su legado a nuestro país es imperecedero.
Ninguno de ellos irrespetó la institucionalidad del país, y por el contrario, la reformó, la modernizó y la fortaleció. Don Braulio nos dio nuestro concepto de Estado libre, soberano e independiente, don Tomás Guardia, entre muchas otras obras, nos dejó la Constitución de 1871 (un portento jurídico de la época) que aún perdura en nuestra actual Constitución Política de 1949, la cual nos fue dada durante el gobierno de la Junta de Gobierno presidida por don José Figueres Ferrer quien además, nos dio - entre muchísimas otras obras - la estructura institucional de nuestro Estado Social de Derecho que hoy tiene Costa Rica.
Ninguno de los 3 nombrados escapó a la crítica acérrima de sus opositores políticos, incluyendo la persecución y el exilio (don Braulio), conspiraciones e intentos de asesinato (don Tomás Guardia) y la acidez de una prensa servil de la oligarquía cafetalera y bancaria de la época (don Pepe): y ninguno de estos 3 Beneméritos de la Patria fue ajeno a la duda, a la calumnia y al desprecio de muchos de sus conciudadanos. Y cada uno de ellos apareció en momentos cuando Costa Rica más lo necesitaba... y cumplieron con su obligación histórica.
II
Para todos es obvio, excepto para aquellos que el status quo les favorece, que el país atraviesa una seria crisis institucional, fiscal y de legitimidad política, constitucional y jurídica, la cual se ha visto agravada y agudizada por dos desastrosas administraciones 2014 - 2022, por la crisis geopolítica y por la pandemia (aún hay gente que niega que la misma haya sido real) de la COVID-19 y sus efectos. A todo ello se agrega una sociedad polarizada, empobrecida y con una profunda decepción generada por la percepción de que nuestro país está en manos de organizaciones e instituciones extractivas y enfermizamente corruptas. Hay mucha desilución e ira en nuestra sociedad... lo que la convierte en una olla de presión que en cualquier momento puede reventar.
Hay una percepción generalizada de que nuestro sistema de justicia nos ha fallado, que todo el sistema jurídico está corrompido hasta los huesos, que la justicia en este país es lentísima y selectiva (solo vean el caso de La Trocha esperando 11 AÑOS y contando para ser elevado a juicio), que los partidos políticos son organizaciones corruptas, que la Sala Constitucional es una sala de amiguetes, que hay instituciones creadas para pagar favores politicos, que hay costarricenses de caviar y costarricenses que ni siquiera son de oluminas, que...
Hay preguntas obligadas que me hago una y otra vez: ¿Sería capaz un líder político pusilámine, acomodadizo y comprometido con las oscuras cavernas del poder que se han entronizado en este país en los últimos 35 años, enfrentar esta situación tan crítica como la que atravieza en el presente Costa Rica y corregirla? ¿Podemos confiar en los partidos tradicionales para enfrentar tantos problemas y solucionarlos si ellos han sido los principales gestores del caos y beneficiarios del mismo? ¿Es posible que como sociedad seamos incapaces de entender que necesitamos reformas profundas a toda nuestra institucionalidad y ponernos de acuerdo en lo necesario para realizarlas? ¿Seremos capaces de seguir creyendo - ilusoriamente - que el costarricense moderno es un ignorante político y que carece del nivel de eduación civil que le permita comprender la grave situación en la que se encuentra el país? ¿O es que acaso el costarricense del siglo XIX o de la década de los 40s del siglo pasado era un dechado de sabiduría política y civil que les permitió tener la visión de entender la urgencia de las reformas que don Braulio, don Tomás y don Pepe ejecutaron? ¿Acaso estamos convencidos de que lo que el país necesita es un dictador, o un tirano o un autoritario que sea capaz de enfrentar los grupos de poder económico, financiero, político y sindical que tienen postrado este país? ¿O debemos de creer en los cantos de sirenas que nos arrullan los oídos con cantaletas como "es un acosador, un violador, un asesino" o un banquero servil de la banca internacional que tiene como objetivo privatizar la CCSS, vender la institucionalidad o desaparecer la educación pública?

¿Seremos capaces de creer semejantes sandeces? ¿Por qué somos incapaces de recordar que desde los 90s del siglo pasado, durante la administración de José María Figueres y cuando se implementaron los EBAIS en 1994, ya la izquierda criolla nos "amenazaba" con el panfleterismo de que los grupos neoliberales que gobernaban el país querían privatizar y eventualmente vender nuestra más querida institución la CCSS? ¿Nadie se ha preguntado que la CCSS es una institución con rango CONSTITUCIONAL según el artículo 73 Constitucional y que para venderla o privatizarla se necesita una reforma constitucional que requiere de dos legislaturas? ¿Nadie se ha detenido a pensar que EXIGIR PAGAR de forma inmediata la deuda del Estado costarricense con la CCSS es, literalmente, quebrar el país o sea, que ello es una imposibilidad material y fiscal?
En fin… ¿Somo incapaces de entender que necesitamos cambiar como sociedad, como país?
Necesitamos reformas profundas a la institucionalidad de nuestra Estado Social de Derecho, necesitamos modernizar y eficientizar nuestras instituciones, necesitamos volver a creer en nuestro sistema jurídico y de justicia, necesitamos orden y eficiencia fiscal y presupuestaria que nos permita traer a nuestro país al siglo XXI. Tenemos muchos y muy serios problemas. Y hay gente que, a pesar de sus errores y de su "detestable" forma de ser o de hablar o de su "tiranía dictatorial", están tratando de - por lo menos - iniciar esos cambios.
Y también tenemos demasiados que luchan para que las cosas sigan igual a como han sido los últimos 40 años... porque les conviene a ellos y su casta.

Yo no soy, y nunca podré ser, ni de los que pertenecen a este último grupo ni de los que los apoyan.. 

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