EL MURO DE LOS TORMENTOS

Sinceramente NO creo que las reformas que se están proponiendo a la Ley Organica de la Contraloría General de la República sean, ni parcial ni exclusivamente, para afectar los intereses de varios magnates inmobiliarios, incluida la familia Raventos, que le alquilan edificios al Estado; tal y como ya hay algunos incidiosamente sugeriendo. Eso me parece muy simplista y evidentemente politiquero como justificación o excusa para oponerse al proyecto de ley del Referendum llamado "Ley Jaguar para el Desarrollo de Costa Rica" (qué nombresito, por Dios...). Honestamente creo, por otro lado, que sí... la CGR se ha vuelto una piedra en el zapato en épocas altamente competitivas y peligrosas que requieren de agilidad para tomar decisiones ejecutivas. Ello, por supuesto, no infiere que esta institución deba de desaparecer del mapa institucional de nuestra República, y por el contrario, sugiere que hay que fortalecerla, modernizarla, asignarle nuevas obligaciones (como se indican en el

Lo actuado ayer por don Celso Gamboa traerá consecuencias y muy serias. De eso no me cabe la menor duda. Ya el debate está servido y calienta cada vez más. La controversia, desde el punto de vista jurídico, se puede resumir en que lo actuado por este jerarca es ilegal, inconstitucional y materia de proceso penal. En otras palabras, don Celso Gamboa se brincó e irrespetó nuestro preciado Estado de Derecho y toda la legalidad asociada a ese concepto. Y desde el punto de vista ético y moral, el resumen es más sencillo: el soberano aplaude lo actuado porque, sencillamente, está asqueado y cansado de que abusen de su integridad, de su dignidad y de su PACIENCIA. Para el ciudadano común y corriente lo hecho por don Celso y la Fuerza Pública está bien hecho y lo apoya y aplaude. Las consecuencias por este hecho inédito en la historia jurídica costarricense serán de larga data. La legalidad debe de ser respetada so pena de caer en el caos y la anarquía. Pero la base de la legalidad es la étic

En estos días se ha estado hablando de que el país está al borde de una recesión económica. Escuchando al presidente del BCCR, don Rodrigo Cubero, me quedan muchas dudas de lo que realmente está sucediendo: o vamos hacia una recesión económica o estamos cada vez más inmersos en una prolongada "desaceleración económica" o ¿Qué? No soy economista, pero siempre me ha gustado esta diciplina; a pesar de que me incomodan los momentos de las predicciones y, después, la "catarata" de excusas a las que se recurre para justificar el por qué NO se cumplieron. Eso pasó esta semana durante la conferencia del señor presidente del BCCR cuando, para explicar por qué las proyecciones de principio de este año NO se cumplirán. Y lo que me sorprendió fue el recurso de citar, una vez más, espacios comunes: 1- Conflicto comercial entre USA y China. 2- Aumento del precio del petróleo por el conflicto entre Washington y Teherán y su reciente tensión en el Estrecho de Ormuz. 3- Socios comer

Durante estos días aciagos me he ido sumiendo, cada vez más, en profundas reflexiones. A veces embargado de tristeza ante el sufrimiento y de ira ante la impotencia. Otras, lleno de la vivificante fuerza espiritual que da la esperanza. Otras doblegado por la indignación por la soberbia política ante los enormes desafíos – de toda índole - que se nos han presentado de forma tan abrupta en estos últimos meses. Nuestro país está siendo sacudido hasta sus cimientos tanto por abusos políticos, como por problemas en nuestra economía y, ahora, por la real amenaza de la pandemia COVID-19. O sea, una tormenta perfecta.Tenemos, no me cabe duda alguna, que potenciar nuestra inteligencia social y nuestro altruismo nacional ante la enormidad de los mismos. Anoche salí a caminar para ordenar tanto mis pensamientos como mis sentimientos sobre las crisis que vivimos – una de salud pública, que es global, y las otras de índole política y económica gestadas por nuestra propia desidia e irresponsabilidad

Es casi imposible evitar conductas “xenofóbicas, racistas y estigmatizantes” en medio de una pandemia o epidemia. Así ha sido a lo largo de la historia. Basta, por ejemplo, con leer la Biblia para palpar el temor, el rechazo y la marginalización que sufrían los leprosos. Y fue así hasta bien entrado el siglo XX, cuando el genial galeno venezolano Jacinto Convit descubrió su cura, lo que lo hizo merecedor del premio Príncipe de Asturias de 1987 y su nominación al Premio Nobel de Medicina. Y esta pandemia COVID-19, no es la excepción. Los “asiáticos” fueron marginados y estigmatizados no solo en Europa y USA, sino que también en Latinoamérica, India y Australia por razón de esta pandemia. Y no solo ciudadanos chinos, sino también coreanos, taiwaneses, japoneses, singapurenses, filipinos y vietnamitas. Porque somos tan particulares que no distinguimos los unos de los otros. Y hasta el presidente del país más poderoso del mundo, y un eco sinfónico de voces similares, tildaron con obvio sen