CONFIANZA EN LA IGLESIA CATOLICA COMO MEDIADORA DE CONFLICTOS

Rechazar a los "rectores" es entendible pues, como es de todos conocido, en ese grupo hay gente que está - de antemano - descalificada para actuar de árbitro o garante de una negociación política de esta naturaleza. Son gente que representan intereses muy poderosos, no solo personales, sino políticos, ideológicos y, sobre todo, empresariales que, eventualmente, los convertirían en actores de poca confianza en esa negociación. Tienen demasiado que proteger y eso es contraproducente.


Pero rechazar a la Iglesia Católica, en caso de ser cierto, sí me parece un error.

La IC ha sido, tradicionalmente, un garante o árbitro creíble de infinidad de acuerdos políticos tanto locales como internacionales. Un caso reciente lo fue la mediación del papa Francisco para el acercamiento político entre la Cuba de Raul Castro y los Estados Unidos bajo el gobierno de Barak Obama. Otros lo fueron la negociación del acuerdo de paz en Colombia, la negociación entre Argentina y Chile por la soberanía del Canal de Beagle. Y, por supuesto, la de mayor trascendencia histórica para el mundo moderno como lo fue la intervención de Juán Pablo II que facilitó el acercamiento entre Reagan y Thacher con Gorbachov, lo cual desembocó en la caída del Muro de Berlín, el triunfo de la Revolución Polaca en 1989, la independencia de los países del Pacto de Varsovia y, por supuesto, en la caída de la URSS.
En Costa Rica la IC ha intervenido como mediadora, árbitro y facilitadora en multiples oportunidades. Una de ellas - probablemente la más significativa de los últimos 100 años - lo fue la de Monseñor Sanabria que culminó con las garantías sociales en 1943 y las negociaciones que desembocaron en el Pacto de Ochomogo en 1948, con el cual se puso fin a la Revolución liderada por don José Figueres, y que dio paso y espacio para la fundación de la II República.

Tradicionalmente, y dado que la IC no representa un poder político determinado, las fuerzas políticas en pugna han encontrado en la IC un mediador de confianza para solventar sus diferencias. Regímenes no creyentes como el de Cuba o la antigua URSS reconocieron o han reconocido, en varias oportunidades, a la IC como un actor fiable para la resolución de conflictos. Y en Costa Rica esto no ha sido diferente pues líderes como don Manuel Mora, don José Figueres y muchos otros, incluyendo los sindicatos, también han encontrado en la IC un interlocutor respetable.

Las circunstancias que vive el país exigen una negociación política para poner fin a un conflicto que, para muchos - además de confuso - es también una muestra indiscutible de la aguda polarización y división que se ha enseñorado en nuestro país. Las partes en pugna, y en general todas las partes de nuestra sociedad, no tenemos más salida que buscar una solución negociada. Hay dos puntos de partida sobre los cuales estamos en gran medida de acuerdo y sobre los cuales se puede empezar la negociación: 1- Este proyecto 20580 NO tiene apoyo de la mayoría del pueblo costarricense y 2- una reforma fiscal es absolutamente necesaria para poder salvar al país de una crisis similar o peor a la vivida al comienzo de la década de los 80s del siglo pasado. La cuestión es: ¿Cuál es y que alcance debe de tener esta reforma fiscal? ¿Queremos un parche, como la que está en discusión en la Asamblea Legislativa, o queremos una reforma profunda, moderna y JUSTA que nos de la ansiada estabilidad fiscal, política y económica de largo alcance que requiere Costa Rica para retomar la senda del progreso?

La responsabilidad que nos atañe en estos momentos de tanta trascendencia histórica para nuestra Patria nos obliga a ser consecuentes con la misma. Las intransigencias, el ego, la soberbia y, en casos muy bien definidos, la ignorancia y el fanatismo anti religioso producto de un laicismo retorcido, nos pueden pasar una factura impagable.

La IC es una entidad que, a pesar de sus falencias - que las tiene y muchas - y a pesar de aquellos que la critican desde una costosísima ignorancia doctrinal e histórica, es un actor que bien puede resultar clave para la resolución del actual conflicto que tanto está afectando a Costa Rica. La Iglesia Católica tiene la experiencia, y la confianza de amplios sectores de nuestra sociedad, para mediar en búsqueda de la solución que exige el país al actual conflicto. Espero que recapacitemos porque es el bien del país el que está en juego en estos momentos tan convulsos. Y todos queremos lo mejor para nuestra Patria.

¡DIOS BENDIGA A COSTA RICA!

Publicado en FACEBOOK el 16 de setiembre del 2018.

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